La ausente


Quedé callado
como callados quedan 
los obscuros pájaros del invierno.
El silencio se hizo YO
para vestir mis ropas vencidas 
Esa tormenta
al fin dejó
de perseguir mis huellas
que sucias languidecen
desde entonces.
Y la aurora no llegaba
Y mis oídos crujían
ensordecidos de silencio
porque nada sonaba ya
Porque la Vida
también se había callado
Y la Ausente,
dueña ya de todo,
siempre es Silencio


© Francisco Castro

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