Veleta que gira como enloquecida primavera


Ocre, como el tejado abandonado
que el tiempo volvió permeable.
Esta tarde es así, ocre.
Se huele la lejana humedad
impregnada en siglos
de piedra mohosa y sólida.
Esa humedad
que me empapa de ti,
porque ella te acoge y saborea
para traerte a mí
y preñarme de tu esencia.
Te siento presente
en el ocre de la pared mojada;
en el espacio de sombra
que el sol aún no ha secado;
en el metálico sonido
de la veleta que gira
como la enloquecida primavera;
en el amargo dulzor
del té que energiza mi mente.
Y así me pierdo en esta tarde
en la que todo
sabe un poco más a ti.


© Francisco Castro

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