Ese poema

Estaba alboreando el deseo
y ya eras poema.

Venciste en la batalla de las palabras
que habían sido incapaces de ser verso.

Qué despacio pasó el reloj aquella noche
en la que no llegaba la plata
que precede a la aurora.

Y llegó
del modo en que llega lo esperado:
siendo vida,
siendo principio,
siendo presencia.

Los amaneceres
son nuestros desde entonces.

No amaneció
hasta que tu pisada fue fiel
compañera de mis pasos,
antes erráticos
ahora con firme destino.

Ese poema que eres desde entonces
ese poema que somos
ese poema que hizo
de mi silencio
palabra.

© Francisco Castro

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