Sólo amanece


Las pestañas languidecen calcinadas,
exhaustas de batir
durante noches de seca lluvia.

Tras la puerta entreabierta
se atisba el añil horizonte
de la mañana libertadora.

Suena el tintineo vagando
por la cristalería polvorienta,
virgen inmemorial y plañidera.

Se asoma al fin la purpúrea
sombra del alba
y trina el vencejo
clamando compañía.

La luz arrastra la tela de araña
en que indefensos y resignados
yacían los sueños.

Se respira el verde del musgo
engarzado en la horadada piedra.

Es un párvulo día el que
nuestra el empañado vidrio
de la ventana.

Mis ideas,
desordenadas y caóticas,
se mantienen incólumes
ante el magnetismo de unos ojos
enfundados de cabellos.

Salgo al hostil mundo con ellos
como guía y se inunda la mañana
de tu luz, de tu destello.

Sólo amanece desde que estás tú

© Francisco Castro

Comentarios

Entradas populares