Tarde de paseo



Se desliza el azul hacia el negro
en las postreras horas de esta tarde
en la que el frío es ya
compañero de las aceras
y los bolsillos acomodan las manos.

Me gusta la ciudad así
sintiéndose dueña de todo
pero sin ser más que el recipiente
en el que se vierte
la voluntad poderosa
de los vientos del norte.

El tiempo parece haber quedado preso
en un caserón que resiste incólume
a las embestidas de la absurda modernidad
de los necios iletrados y fatuos.

¡Qué glorioso aparece ante mí!
¡Qué hermosas sus cicatrices de moho!
Quisiera atrapar el tiempo así
imperturbable y dócil
dejar que tan sólo una pátina enmohecida
fuese  el testamento de lo que ha de quedar
cuando marche en silencio.

Y continúo mi paseo
rumbo al hogar en el que vives
sabiendo que lo Eterno
está en cualquier lado
para que sólo los Eternos
podamos disfrutarlo.

© Francisco Castro

Comentarios

Entradas populares